Cómo recuperé a mi ex novia dos veces en menos de un año
No me conoces, lo sé, pero tenemos una historia íntima en común. La relación con nuestra pareja terminó y sufrimos bastante. Al menos yo sentí que mi vida perdió sentido. No es una metáfora, pasé meses desorientado como si todo era parte de un sueño. No sabía qué hacer. Ni siquiera sabía que existían guías que te ayudaban a recuperar a tu ex. Ni siquiera sabía cuáles términos debía googlear.
En fin. Esta experiencia evolucionó mi vida para bien. En su momento fue horrible y la quiero compartir contigo para que puedas aprender de ella. Tal vez piensas que eres la única persona que atravieza esa situación. Te sorprenderás al encontrar puntos en común entre mi historia y la tuya, como si se tratase de un guión.
La relación
Hace tiempo que nuestra relación no marchaba bien, a decir verdad, seis meses antes de la ruptura, se volvió tóxica e insoportable. Discutíamos hasta el cansancio por cualquier tontería, nuestras conversaciones eran silencios incómodos, el sexo era nulo, y las ganas de mandar todo a la mierda siempre estaban presentes.
Ella incumplía los acuerdos, mentía y me manipulaba con sus chantajes emocionales. Sus historias eran contradictorias, su comportamiento era inusual y sus celos injustificados llegaban de la nada. Era evidente que ocultaba algo.
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Recibir la guía, gratisYo estaba confundido, no sabía qué hacer, ni qué decir, ni qué pensar. Intenté dialogar en múltiples ocasiones, sin éxito. Ella saboteaba el intento de conversación con cualquier tontería sin sentido y se ponía a la defensiva. Se quedaba mirando la nada sin decir una palabra, como si yo no existiese, como si su novio no estuviese ahí haciendo su mejor esfuerzo para resolver una situación que ni él mismo entendía.
Cada intento de llegar a una solución terminaba con un berrinche o con sus agrias palabras que me echaban la culpa de todo lo que nos estaba ocurriendo. Siempre encontraba un motivo, sin importar lo exagerado y estúpido que fuera, que provocaba que nos dejaramos de hablar por tres, cuatro o cinco días.
Mi desgaste emocional llegó a un punto en que, comencé a evitar esas conversaciones unilaterales porque asumí que yo siempre iba a tener la culpa. También pedía perdón por todo, sin importar si ella era quien metía la pata la mayoría de las veces.
Sentí que perdí mi identidad, mi esencia, mi valor.
Sentí que perdí mi identidad, mi esencia, mi valor. Para mi era injusto asumir la culpa por ella, era injusto sentir que me engañaba y no tener el derecho a tocar el tema, era injusto no recibir explicaciones.
Su comportamiento me enloquecía. No quería estar conmigo, pero se enojaba cuando hacía planes con mis amigos o salía a jugar baloncesto. Inventaba situaciones inexistentes de celos, y como siempre, hacía hasta lo imposible para tergiversar mis palabras y provocar que nos dejaramos de hablar por varios días.
Estaba atrapado en un callejón sin salida. Miraba las paredes desesperadamente buscando por donde trepar. Quería huir, quería salir de ahí. Con el tiempo me di cuenta de que la única salida era la entrada, si de verdad quería escapar tenía que terminar la relación.
¡Un trago amargo mezclado con realidad!
Mi yo interior quería terminar con ella, pero mi ego, en combinación con el desgaste emocional, me impedían hacerlo. Siempre procrastiné la decisión con excusas baratas: “Ella no sobrevivirá en la ciudad capital sola, es muy inocente”, “No podrá enfrentar la vida sin mi”, “Si yo cambio todo mejorará”, “Tal vez su comportamiento está justificado”, “Quizá estoy exagerando con esta decisión”.
No voy a negar que también pensé en su vida sin mi: “Si la dejo encontrará alguien mejor que yo”, “Si la dejo descubrirá la vida sin mi y no le haré falta”, “¿Y si después no encuentro a nadie?”
Y así saboteé la decisión durante meses, pero las ganas nunca me faltaron.
Un martes de Junio del 2019 la cité a un lugar cerca de una playa pública que hay en la ciudad. Comencé explicando que unas investigaciones que hice durante el fin de semana me hicieron entender que ella tenía razón. Le dije que esos videos cambiaron mi forma de ver las relaciones de pareja y que de ahora en adelante yo sería alguien diferente. Afirmé que la relación iba a estar mejor que nunca.
Es cierto que la información que aprendí cambió mi perspectiva de las relaciones de pareja, pero sentía que me traicionaba a mi mismo porque no sentía que seguir juntos valiera la pena.
Para mi sorpresa, su respuesta fue un agradecimiento por todo lo que hice por ella durante nuestros casi cuatro años de relación, pero que hemos llegado a un punto insostenible y que teníamos que terminar. Un golpe directo al ego.
Contradiciendo los deseos de mi yo interior, le supliqué una última oportunidad para demostrar que cambié. Luego de múltiples pisotones a mi dignidad, aceptó a duras penas continuar conmigo. Destruí lo poco que quedaba de mi.
Error. Cuando tu pareja termina contigo significa que dejó de valorarte. Por eso no tiene sentido suplicar amor ni intentar convencerle de lo que vales. Lo correcto es tomarlo con calma, puntualizar que tú si querías continuar la relación, aceptar su decisión y marcharte del lugar.
Unos días después descubrí que estaba enganchada con otro hombre, sospecho que ella hizo lo posible para que yo la descubriera. Se justificaba mientras que a mi casi me daba un infarto, literalmente. Sentirme traicionado por alguien que supuestamente me amaba fue una sensación dolorosa que apuñaló mi corazón.
En lugar de mandarla a la mierda y recuperar un poco de dignidad, la llevé de viaje una playa famosa al nordeste del país.
Durante el trayecto en el autobús la noté pensativa y distante. Sé que un torbellino de emociones atravesaba su cabeza. No me amaba, pero ella sabía que yo era un buen partido, y sentía culpa porque hacer lo que le dictaba su corazón me hacía sufrir. Supongo que no sabía cómo salir de la relación sin sentirse mal por destruirla con una infidelidad.
En la playa le regalé una cadena que significaba que íbamos a dejar el pasado atrás y que yo perdonaba todo lo que había hecho. A duras penas dijo que aceptaba, pero su lenguaje corporal decía todo lo contrario. Yo notaba su rechazo, pero ignoraba las señales para no lidiar con el dolor.
Al otro día hice una estupidez que hizo enojar a su amante. Ella se enojó conmigo y descaradamente me reprochó la acción. — «¡Mira lo que hiciste», espetó.
Ya no podía perder más dignidad porque no tenía, así que le pedí perdón y seguí valiendo mierda.
El lunes por la mañana se despidió de mí con una mirada que relataba lo que iba a suceder ese día.
Error. Debes terminar la relación desde que te enteras de un amante. No puedes permitir que viole los principios de la relación. Si no lo haces das a entender que eres alguien de bajo valor y sin amor propio. Yo no lo hice porque estaba atrapado en el agujero más profundo de mi vida, y me arrepiento.
Error. Mi novia no merecía que la premie con un viaje. Intentó terminar conmigo y después descubrí su amante. Aunque estaba reservado debí cancelarlo o irme con una amistad.
Ruptura
Yo estaba en mi trabajo deseando que mis sospechas no se hicieran realidad. “Tenemos que hablar”, me escribió por whatsapp, crónica de una muerte anunciada. Con dolor le pedí que esperara hasta el final de la tarde porque no quería llorar en la oficina. Me dijo que no, supongo que le costaba deshacerse de mí en persona.
“Siento que eres lo peor que me ha pasado en la vida»
“Ya no te amo”, espetó. “Siento que eres lo peor que me ha pasado en la vida. Me aseguraré de encontrar alguien que no me haga sufrir tanto como tú lo hiciste”, me dijo mi ex convertida en monstruo y el desahogo continuó por más tiempo. Yo me quería morir, era una sensación terrible que no puedo describir. Había reemplazado mi ser con ella, y en ese momento no sabía cómo llenar el vacío que dejaba, me sentía destruido.
Supliqué, supliqué y supliqué para que no me abandonara. Que mi vida no tendría sentido sin ella, que me volvería un ser inerte, que prefería morirme antes que quedarme solo… Y así continué por largo rato, sin éxito.
Lo único que logré fue demostrarle a mi ex que ella era una diosa caída del cielo y yo, un hombre sin amor propio que estaba dispuesto a venderle el alma al diablo a cambio de su amor. ¿Por qué ella iba a valorar alguien así? No debí suplicar. Debí aceptar su decisión y marcharme con dignidad.
Lloré como un recién nacido, no me salían las palabras, y no sabía qué más podía hacer. Mi amiga me abrazó y consoló durante el tiempo que hizo falta, pero nada aliviaba mi dolor.
Me rendí, apagué el celular y boté el chip, cerré mis redes sociales, mi jefa cambió mi número de flota y desaparecí de todos lados. No sabía por qué lo hacía, pero sentí que lo necesitaba.
Llamé a mi familia y conté todo.
Me pasé la jornada completa escondido debajo de una mesa del almacén, llorando, llorando y llorando, destruido.
No tenía amigos a quienes acudir porque los abandoné durante los años de gloria de la relación
Cuando salí de mi trabajo no sabía qué hacer con mi vida después de terminar la relación. No quería lidiar con la soledad que había en mi casa y me daba miedo que ella se apareciera a cortar conmigo en persona. Tampoco tenía amigos a quienes acudir porque los abandoné durante los años de gloria de la relación, así que me quedé deambulando toda la noche en la calle, sin rumbo, desorientado, sin ganas de nada, herido.
Duré tres días tomando pastillas para poder dormir. Me despertaba en las madrugadas pensando en ella. No tenía apetito y no me apetecía hacer nada por mí.
Mi rutina se convirtió en ir al trabajo, hablar todo el día de la ruptura y volver a casa.
Era el director creativo de la empresa. Recuerdo que mi jefa me dijo “esta situación ha sido un antes y un después para ti”, haciendo énfasis a que mi rendimiento había caído por el suelo. Supongo que no me despidió porque entendía lo que me pasaba.
Me sentía peor porque no podía evitar sentirme mal. Trataba de hacer algo productivo y no podía. Intentaba distraer mis pensamientos en múltiples ocasiones, y tampoco podía.
No sé, al parecer me acostumbré mucho a caminar por la vida agarrado de su mano, y cuando me soltó no supe cómo continuar el rumbo.
Post Ruptura
Leí todo lo que pude para entender a mi ex novia y qué podía hacer para recuperarla. Gracias a ese nuevo conocimiento comprendí su comportamiento, antes, durante y después de la ruptura. Aunque me seguía doliendo perderla, al menos tenía respuestas a alguna de las preguntas que me hacía.
Apliqué el contacto cero y estaba preparado para sus tanteos.
A pesar de que yo conocía las reglas y el método que tenía que seguir al pie de la letra para maximizar las probabilidades de recuperar a mi ex, decidí hacer lo que me dió la gana. Esos errores me pasaron factura cuando volvimos cuatro semanas después.
El primer error fue buscar alianza con sus amigas. Ideamos planes dignos de hollywood para hacerle entender a mi ex novia que yo era el hombre de su vida. La estrategia iba desde informarle que yo estaba feliz con otras chicas en la disco, hasta meterle en la cabeza que su vida no sería la misma sin mi.
Obviamente, los planes fracasaron.
La primera, después de que me sacó toda la información del plan, me dijo que tenía cosas más importantes que hacer con su vida. La segunda me pasaba información sobre mi ex que me hacía daño, como por ejemplo, que ella se iba a mudar dentro de poco tiempo o que estuvo por ahí conociendo personas.
Ambas publicaron fotografías con mi ex en sus estados de Whatsapp. Una fue en el baño de una discoteca y la otra fue en la piscina de un club privado. Creo que no hace falta que diga cómo me sentí cuando vi las fotos.
Al menos me di cuenta de su maldad y las eliminé.
Mi segundo error fue aliarme con un amigo en común que era como un hermano para ambos. Era el indicado porque ella no tenía motivos para pensar que él era mi aliado, y yo sabía que no me traicionaría. Me anticipaba a todos los pasos que iba a dar mi ex: supe cuál día se iba a presentar en mi trabajo, sabía cada vez que iba a la discoteca y también cuándo me iba a pedir que regresaramos.
Dediqué mi tiempo a estar pendiente a las informaciones de nuestro amigo en común. No me concentraba en el trabajo, jugaba baloncesto con el celular en las manos, hartaba a las personas analizando los pasos de mi ex, y descuidé mi apariencia y alimentación porque no quería perderme ninguna primicia. A veces mi amigo desaparecía por horas y yo me quedaba esperando hasta verlo en línea para preguntarle qué había de nuevo. No exagero.
En la guía del contacto cero hablo de este tema. Su objetivo es obligarme a dejar de estar pendiente de mi ex. En este caso apliqué un contacto cero falso porque, aunque cerré mis redes sociales y ella no tenía mi nuevo número, yo estaba pendiente de ella a través de nuestro amigo en común. Ese error impidió mi recuperación personal y provocó que la relación terminase rápidamente después de la reconciliación.
A primera vista parecía una ventaja decisiva llevarle un paso por delante a mi ex novia, porque me hacía sentir que yo tenía el control de la situación. Eso puede ser cierto, el inconveniente es que por estar pendiente a ella, olvidé enfocarme en sanar mis heridas, y sufrí las consecuencias cuando regresé con ella.
El tercer error fue volver con ella. Primero porque aún estaba herido, y segundo, porque acepté antes de ser el momento correcto. Te hablaré de esto más abajo.
Tanteos
Recibí muchos tanteos de mi ex durante las cuatro semanas de separación. Desde un “tenemos que hablar” hasta “estoy arrepentida de lo que hice, ya sabes cómo soy”.
Fui fuerte. Resistí la desesperación que sentía por responder sus emails. Tenía ganas de decirle que deseaba volver con ella, pero me mantuve fiel al método para lidiar con los tanteos.
Aquí te pongo algunas capturas de pantalla de los testeos que mi ex novia hizo por email, la única vía de comunicación digital que tenía conmigo, la cual debí bloquear, por cierto.
Para aplicar el contacto cero correctamente debes bloquear todas las vías de comunicación con tu ex. Todas. Eso incluye el email. En ese momento debí bloquear su email para evitar que los tanteos arruinaran el proceo de recuperación. Sé que no es una decisión fácil porque la ansiedad de saber lo que tiene que decir nuestra ex pareja es inmensa, pero es necesario si quieres progresar.
Entre otros tanteos no registrados se encuentran:
- A los siete días de la ruptura se presentó en mi trabajo al final de la jornada. Cuando salí me dijo que sólo quería que le devolviera la ropa que dejó en mi casa. Con buen criterio le dije que no era un buen momento y me alejé de ella. Me persiguió insistiendo que era importante que la devolviera, volví a alejarme con respeto. Volvió a perseguirme para hablar de otros asuntos personales, y volví a marcharme. A los pocos días le envié todas sus pertenencias por delivery.
- Varias veces me mandó mensajes a través de mi hermana y mi hermano. Corté esa vía de comunicación pidiendo que no me comunicaran nada sobre ella.
- Le preguntó a varios de mis ex amigos por mi número de celular, por suerte me adelanté a ese movimiento pidiendo que alegaran ignorancia.
Cada uno de esos tanteos aliviaba mi dolor por pequeños momentos porque me daban esperanzas. Luego, una tormenta de dudas y desilusión marchitaba mi alma. Los bajones emocionales me dejaban sin ánimo.
Puedo afirmar que lo mejor que te puede pasar es que nunca recibas un tanteo
Puedo afirmar que lo mejor que te puede pasar es que nunca recibas un tanteo de tu ex pareja, porque a fin de cuentas no significan nada relevante y solo sirven para destruir tu proceso de recuperación.
Si lo piensas un poco, aunque moría por recuperarla, me las arreglé para que ella creyera que yo había decidido olvidarla. Este error común impidió que la superara y me recuperara, y como consecuencia, arruiné la reconciliación. Hablo con detalle sobre esto en las reglas de oro del contacto cero.
Recibí un tanteo maldito. Creo que caí en su trampa por el miedo a no tener una oportunidad igual. Nota que el email tiene palabras que hacen referencia al arrepentimiento y a regresar conmigo, pero no lo dice literalmente, sino que se las ingenia para hacerme creer que sí lo hace.
Te parecerá increíble, pero no debí responder el tanteo y tampoco aceptar verla en persona. Las consecuencias fueron evidentes.
Lo repetiré un millón de veces. Todos los tanteos deben ser ignorados. Sólo puedes volver con tu ex si estás recuperado totalmente. Tu ex debe pedirte que vuelvan con palabras claras e inconfundibles y tú debes tomarte el tiempo para analizar tu respuesta. No es ella que lo decide, eres tú. ¿vale?
En ese sentido debí borrar ese email sin responderlo. No lo dice con palabra claras y yo no estaba recuperado.
Primer encuentro
A los dos días de recibir el mensaje, le dije la fecha, el lugar y la hora de nuestro encuentro.
Me envió mensajes llenos de entusiasmo porque fue la primera vez que le respondí después de tantos tanteos.
Ella llegó una hora y veinte minutos después de lo acordado. En ese lapso recibí dos correos electrónicos con sus excusas, intentando disfrazar su intención de llegar tarde a propósito.
Cuando volvimos me confesó que estaba de compras con una amiga y olvidó que tenía que verse conmigo ese día. No hacía falta esa explicación, máximo debí esperar 15 minutos y demostrar que yo tenía asuntos más importantes que atender en lugar de quedarme por tanto tiempo como alguien que espera que le hagan un tremendo favor.
Esperé sentado como un idiota sin dignidad.
Cuando llegó nos fuimos a un lugar menos concurrido. Desde el inicio noté que su intención era comprobar si yo seguía interesado en ella. Por suerte yo estaba preparado para lidiar con la situación, me mantuve firme y evité dar alguna señal que revelara mi posición.
Me provocó con palabras de amor y con buenos recuerdos de nuestro pasado. Luego intentó seducirme con contacto físico. Como su estrategia no funcionaba, comenzó a hablar de aquellas cuestiones que le impedían regresar conmigo: conflictos con mi familia, que aún seguía dolida, que sus amigas me despreciaban, etc.
Le pedí que me dijera si eso era todo lo que iba a decir porque me tenía que marchar, con frialdad respondió que sí e hizo silencio. Entré en pánico interno y la invité a tomar algunas cervezas. ¡Error imperdonable!
Error. Un reencuentro de esta naturaleza debe ser un juego de ajedrez. Ella mueve sus fichas para descubrir si aun sigues interesado. Tú debes mover las tuyas para demostrar que tienes una vida interesante y que no ne-ce-si-tas a tu ex con desesperación. Por eso el encuentro no debe durar mucho tiempo y por eso debes ser tú quién toma la iniciativa de terminarlo porque tienes mas cosas que hacer.
Yo debí marcharme inmediatamente sin quedar para otra ocasión, sin desbloquearla y sin hablar de reconciliación. Invitarla unas cervezas sólo demostró que yo no tengo más planes en mi vida y que ne-ce-si-to a mi ex.
La estábamos pasando bien, y entre otras cosas, me pidió varias veces que volviera con ella. Prometió que todo sería diferente, que no me volvería a fallar, que lo decía muy en serio y que me amaba. La última vez que lo pidió le dije que lo pensaría bien y que le daría una respuesta la semana entrante.
Ignorando que estamos en una cita donde no debía estar, fue correcto decir que me tomaría unos días para pensar si quería volver con ella o no.
Los tragos me hicieron bajar la guardia. Hice y dije cosas que, sutilmente, le confirmaron que aún seguía interesado en ella. Inmediatamente se transformó en un ser frío y distante, como si alguien hubiera presionado el botón de apagado. Dejó de seducirme y de decir cosas lindas. Evitaba el contacto físico y no me perseguía con su mirada.
Aunque esa noche terminamos en la cama, algo en mi interior sabía que mis esperanzas de recuperarla habían desaparecido.
El juego de ajedrez terminó. Ella cumplió su estrategia y me dio jaque mate. Descubrió con certeza que yo seguía a sus pies. Por eso cambió su actitud de repente.
Debes entender que este encuentro fue un tanteo gigante. Su intención nunca fue volver conmigo, sino, averiguar si yo seguía interesado en ella. Sus tanteos fueron aumentando de nivel porque nunca reaccioné a los anteriores. Este fue su tanteo decisivo para sentir tranquilidad fuera de su zona de confort. «¿No me respondes los otros tanteos?, pues fingiré que quiero volver contigo a ver si también pasas esa prueba».
Primera Reconciliación
Me pareció raro que mi espía amigo en común dejó de pasarme información después de esa noche. Evadía mis insistencias e ignoraba mis explicaciones. Entré en pánico, y apenas dos días después, le dije a mi ex que ya tenía la respuesta.
Como era de esperarse, ya no era la misma chica llena de entusiasmo, sino alguien fría e indiferente.
Toda la semana fue una tortura para mi.
Llegó media hora tarde al segundo encuentro, en realidad creí que me iba a dejar plantado.
La diferencia en su actitud era notoria, en comparación con el primer día..
Volvimos a ser novios a duras penas. Pensé que sería un momento mágico, lleno de besos y abrazos en cámara lenta, pero no hubo chispa ni entusiasmo, fue como si firmamos un contrato que nos obligaba a estar juntos.
Al día siguiente (sábado) nos fuimos temprano de viaje para otra playa del nordeste del país y regresamos el domingo. De manera resumida, ella estuvo callada casi todo el tiempo, distante, evitaba el contacto físico y el sexo fue nulo.
De regreso, se mantuvo callada y enojada por una estupidez, durante las cuatro horas y media de viaje en el autobús. ¿Te lo imaginas?
Yo estaba decepcionado, pero me aferraba a ella porque no quería volver a sufrir con la soledad. ¡Me aterraba!
Nuestros días de noviazgo
Mis días a su lado fueron sufrimiento y pérdida de la poca dignidad que me quedaba.
Trataré de resumirlos:
- El lunes después del viaje me dijo que no podía ir a su casa cuando yo quisiera y que no podía ir a su trabajo sin avisar.
- Otro día dijo que se acostumbró tanto a estar sola que no se veía dedicándome tiempo entre semana.
- Le desagradaba y se enojaba cuando mi familia me visitaba en mi casa.
- Era imposible solucionar los problemas. Callaba durante largo tiempo mirando hacia la pared, se ponía a la defensiva y a veces me dejaba hablando solo.
- No había cariño, contacto físico, besos o relaciones sexuales.
- La mayor parte del tiempo eran enojos sin sentido, como si ella se esforzaba por sabotear la relación.
- Un día la llamé por whatsapp y apareció el aviso “está en otra llamada”, cuando le pregunté personalmente, negó que eso fuera cierto.
- Justificó su frialdad alegando que ella cambió durante el mes que estuvimos separados y que así serían las cosas a partir de ahora.
- Cuando sucedía algo externo a mí y fuera de mi control, amenazaba con terminar la relación.
- Una vez me dijo que soy un “hijo de mi maldita madre”, porque me quedé en mi casa cuidando a mi hermana menor porque tenía fiebre.
- Se negaba a presentarme oficialmente ante sus amistades.
La verdad es que no recuerdo bien todas las acciones concretas, pero sí cómo me hicieron sentir.
Recuerdo que descubrí que continuaba hablando a mis espaldas con el mismo chico con quien me fue infiel. Lo negó varias veces hasta que confesó que estaba enamorada de él, “que sentía por él lo mismo que sintió por mí cuando se enamoró de mí la primera vez”. Auch!
Aun así, como no tenía dignidad, le ofrecí perdonarla y dejar todo atrás. Con mucho pesar ella aceptó. Luego descubrí que seguía en lo mismo y la bloquee de todas las redes sociales para olvidarme de ella. Al poco tiempo fue a mi casa suplicandome otra oportunidad, y como ya habrás adivinado, acepté.
El objetivo de regresar con tu ex debe ser tener una relación sana, donde ambos se ayuden a crecer y la pases bien. No debe ser un sufrimiento constante. El amor no es dolor. Por eso es que siempre recalco la importancia de que debes recuperarte 100% antes de volver con tu ex. Si yo lo hubiera hecho, jamás hubiera aceptado esas humillaciones, malos tratos, desconsideraciones, mentiras ni traiciones. Pero, como estaba herido, no tenía el control de mis emociones para ver la realidad como la veo hoy.
Al poco tiempo llevé casi todas mis pertenencias para su casa. Teníamos el plan de mudarnos juntos y supuestamente ella estaba entusiasmada con la idea. Puedo confesar que yo me sentía mal porque algo en mí me decía que no era lo correcto, pero mi otro yo me obligaba a hacerlo.
La convivencia juntos fue más de lo mismo. Sexo nulo, conflictos, acciones sospechosas de su parte, distancia, silencio y desinterés. Era de esperarse, ¿Por qué debía ser distinto?
Para no alargar mucho este capítulo, te diré que después de aproximadamente dos meses, terminamos definitivamente a finales de septiembre del 2019. Un día ella recibió una llamada y salió de la habitación, cuando regresó me dijo “que raro que papi me llame a esta hora”. Casi una hora después, agarré su teléfono móvil y me di cuenta que había borrado la llamada que recibió (juro que lo agarré para otra cosa).
Inventó mil historias cuando la confronté. No sé qué ocurrió conmigo, pero me negué a creerle y terminé con ella. Saqué todas mis cosas y regresé a mi casa. No volví a saber de ella durante cuatro meses, excepto por algunos testeos que recibí.
Así debe ser siempre. Amor propio hasta por los poros. ¿Me engañas? ¿Me mientes? Me marcho sin más.
Mi vida después de la ruptura
Desde el primer momento acepté que habíamos terminado para siempre. Esa decisión cambió por completo mi manera de enfrentar la situación. Me convencí de que ya no me interesaba recuperarla y que me enfocaría en recuperarme. Decidí rehacer mi vida sin ella. Sabía que al principio sería cuesta arriba, pero también sabía que, cuando llegara a la cima, disfrutaría de las mejores vistas que una persona puede experimentar en su vida.
Desde antes de regresar con mi ex, yo conocía el método para recuperarme y para recuperarla. Sabía lo que debía a hacer y lo que no, pero la parte mental es la cuestión más complicada de superar, y también es la que nos impide dejar el pasado atrás y mirar hacia el futuro.
Las reglas del juego fueron diferentes, porque combiné los conocimientos que tenía para recuperarme, con la mentalidad superada, es decir, con la aceptación de seguir hacia adelante solo.
La impresición que siempre cometemos es enfocarnos en recuperar a nuestra ex pareja y olvidarnos de reconstruir nuestras vidas. Si decidieramos sanar nuestras heridas desde el primer día, nuestro proceso de recuperación fuese más rápido. Ese fue el enfoque que cambió mi vida en la segunda ruptura.
El contraste entre la primera ruptura y la segunda (esta), es del cielo a la tierra.
Al principio fue duro, creo que duré dos semanas refugiado en mi casa. Apenas salía a trabajar y a comprar comida cuando no tenía ganas de cocinar. Creo que duré ese mismo tiempo sin salir a jugar baloncesto.
No le conté nada a nadie. Mi familia se dio cuenta como a los tres meses porque sacaron sus propias conclusiones. Mis amigos y amigas se fueron enterando poco a poco. La verdad es que hablar del tema no tenía importancia, evitaba hablar de él cuando me preguntaban, incluso si insistían.
No recuerdo la cantidad de tiempo, pero llegó un día mágico donde comencé a sentirme libre. De repente me estaba reuniendo con antiguas amistades a jugar poker, ajedrez, baloncesto o a tomarnos algunos tragos. Otro día salíamos para una villa en las afueras de la ciudad o visitabamos la casa de algún colega.
Mis amigos y amigas venían a mi casa a hacerme compañía o me invitaban a la suya. Los compañeros del baloncesto me llevaban con ellos a las celebraciones después del partido.
¡Era mágico!, parecía que mi agenda siempre estaba llena.
Me pregunto si antes no tuve la oportunidad de tener todas esas actividades o si yo me negaba a verlas solo por estar siempre cerca de mi novia (ex).
Sin darme cuenta ya estaba ligando chicas hermosas por tinder. Básicamente, tener encuentros casuales era nuevo para mi, y era increíble. Algunas daban buena conversación y pasábamos ratos increíbles. Otras chicas también eran buenas en otros asuntos.
También hice nuevas amistades, de ambos géneros.
El cúmulo de situaciones positivas elevaron mi autoestima y reafirmaron mi decisión de continuar construyendo mi nueva vida.
Con el tiempo conocí una chica que me hizo sentir especial. Le gustaba pasar tiempo charlando conmigo, se las arreglaba para seducirme con su mirada, gestos y contacto físico. Inventaba actividades para salir conmigo y no tenía reparos en mostrar su interés. Debo admitir que pasar ratos con ella era genial.
Ambos acordamos no involucrar los sentimientos. Yo tenía claro que no me convenía tener una nueva relación por el momento. Aunque mi vida marchaba de lujo, necesitaba seguir desintoxicando y reconstruyendo mi ser.
Todo fue viento en popa, y así es hasta el día de hoy.
Un pequeño detalle le dio un nuevo giro a la historia. A mediados de diciembre, la chica confesó que tenía novio. Según ella, yo era importante para su vida y no quería que nuestra relación se afectara por ocultar esa información. Continuamos en contacto y saliendo de vez en cuando, pero me rehusé a tener encuentros carnales con ella, no quería ser hipócrita (acostarme con una chica comprometida porque yo lo sufrí en carne propia).
Parece que esa especie de ruptura despertó algún recuerdo del pasado y comencé a pensar en mi ex. Tuve bajones emocionales, bucles de pensamientos por unos días y no tenía ganas de salir.
Por suerte sabía lo que tenía que hacer. Volví al refugio hasta que me sentí mejor y continué mi vida con normalidad.
Quiero aclarar que no se trata de tener la agenda llena para escapar de la soledad, sino de sentirte cómodo con ella. Se trata de rellenar con tu ser, el espacio que dejó tu ex cuando se fue. No serviría de nada que yo ligara y saliera por ahí con el propósito de no lidiar con el dolor de la ruptura, sólo ganaría retrasar mi recuperación, y eso es algo negativo.
Nota también que primero me enfoqué en sanar mis heridas y después comencé a reconstruir mi vida.
Segunda Reconciliación
A principios de enero tuve ganas de acostarme con mi ex. La llamé sin miedo y llegó a mi casa una hora después. Yo estaba recuperado 100% y su cambio era notorio. No sentí esa lucha de egos como aquella vez cuando nos vimos para reconciliarnos. Charlamos durante largo tiempo y fue una noche refrescante.
Días después ella me llamó con las mismas intenciones y fui a su casa. Volvimos a hablar hasta quedarnos dormidos. Y más o menos así fueron los días siguientes: buenas charlas, buen sexo y buenos momentos.
Así poco a poco, y sin planearlo (en serio lo digo), nos fuimos involucrando hasta que decidimos volver a intentarlo. Hoy, Septiembre 2020, mientras escribo este artículo, estoy sentado en el balcón del nuevo departamento que alquilamos. Vivimos juntos y todo marcha viento en popa.
La relación no es tóxica. No tengo que bloquear a mis amigas, puedo salir con ellas, llamarlas y tener una amistad sana. Resolvemos los conflictos con buena comunicación. Hacemos actividades que nos gustan y también respetamos el espacio y la libertad del otro. Ambos colaboramos e intercambiamos las tareas del hogar.
Puedo decir que me siento amado.
¿Que todo marche bien significa que será así para siempre?, pues no. Significa que disfrutaré la relación mientras me sienta genial y cuando lleguen los problemas me preocuparé por ellos.
Tengo una mentalidad diferente. Ahora estoy con ella porque así lo siento y lo decido, no por temor a perderla y a estar solo. Esa vida ya no me aterra, sé cómo lidiar con ella.
Mi conclusión de esta historia es que si no te das el valor que mereces, no puedes esperar que alguien te valore como quieres. La verdad es que aprendí la lección: jamás volveré a tirar por el suelo mi dignidad y lo que valgo. Tengo principios y valores que no son negociables y deben ser respetados siempre. Te aconsejo que hagas lo mismo. Tu vales mucho. ¡Ánimos!
Esta historia es un tanteo real que alguien compartió conmigo. Si recibes tanteos de tu ex puedes enviarlo a mi correo hola@mediolimon.be. Te ayudaré a analizarlo, te diré cómo debes reaccionar y publicaré la respuesta aquí de forma anónima. Descuida, me aseguraré de ocultar nombres y otros datos que puedan revelar que tú cuentas la historia. ¡Fuerte abrazo!
Esta es una historia real sobre la ex novia de alguien. Puedes enviar la tuya a mi correo electrónico hola@mediolimon.be. Te ayudaré a analizarla, te diré cómo debes reaccionar y publicaré la respuesta aquí de forma anónima para sepas cómo recuperar a tu ex. Descuida, me aseguraré de ocultar nombres y otros datos que puedan revelar que tú cuentas la historia. ¡Fuerte abrazo!